Pero hace mucho que dejé de ver las cosas como yo quería que se vieran, y empecé a ver las cosas como son en realidad... y eso, es realmente deprimente.
Ya no confío en la gente, confío en las personas (no en todas).
Cada vez más personas me irritan, pues ya diviso a través de los velos que ponen para que las demás personas no vean cómo son.
Veo cómo está el país, y lo comparo con otros, así como comparo otros con éste páís, y me da tristeza por igual, tecnología, cultura, personas, lugares, en todos lados diferencias.
Veo mi trabajo y el trabajo de muchos otros compañeros, y ambos tienen muchos pros, y muchos contras.
Extraño mucho el Distrito Federal, pero al mismo tiempo siento que me gusta mucho aquí.
En fín, creo que cada día estoy a un paso más cerca de la iluminación de las que muchas personas se jactan de tener. Lo que a mi no me gusta, es decir todas esas cosas de las que me doy cuenta, sino sólo las que sé que a la gente le molesta. ¿Acaso eso me hace malo? Pues bien, si eso me hace malo, me interesa poco menos que un sorbete.
Me voy a cenar, tengo hambre, y no siento mis manos, pues acabo de lavar los trastes con agua helada...
Ahí nos vidrios al ratón vaquero.
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