marzo 23, 2007

Lluvia...

Ayer ocurrió algo que yo creía geográfica y teológicamente imposible (o improbable dependiendo de su ñoñez): llovió en Mexicali; a ver respiren, respiren lenta y profundamente, lo repetiré para que entiendan. Llovió, LLOVIÓ en MEXICALI, si en la tierra en donde en verano se cuece un huevo en 20 segundos en la acera de la calle, donde la máxima humedad diaria promedio es de 11-15% durante casi todo el año. Pero yo no vi llover...

Entonces, ¿cómo demonios puedo estar tan seguro de que llovió? Simple, cuando salí del trabajo la calle estaba mojada, y los carros tenían gotas de agua en los parabrisas y en los toldos; digo no creo que algún bromista se haya paseado por toda Mexicali rociando con una manguera las calles tan solo para gastarme una (muy cruel e inverosímil) broma, mi paranoía no da para tanto.

Como decía, al salir me di cuenta de esta imposibilidad (o improbabilidad) física y geográfica, lo bueno es que no hacía calor, lo que por un rato, me hizo recordar como se siente estar en el DF en tiempo de lluvias y salir del trabajo mientras toda la ciudad huele a lluvia, tenía mucho que no veía llover, y, aunque no ví exactamente como llovió, me doy por bien servido con haber sentido eso.

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